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En el universo de la realeza británica, Kate Middleton, la princesa de Gales, resplandece como un ejemplo de elegancia y adherencia al estricto protocolo que gobierna la vida de los miembros de la monarquía. Desde su matrimonio con el príncipe William, su conducta es objeto de escrutinio público, demostrando su profundo respeto y entendimiento de las responsabilidades que conlleva su posición.
Sin embargo, detrás de la opulencia y los eventos de la realeza, existen normas rigurosas que rigen cada aspecto de la vida de la princesa Kate. Desde la prohibición de tomarse selfies hasta restricciones en la dieta, estas reglas dictan su comportamiento y apariencia pública.
Entre las ocho cosas que la princesa de Gales tiene prohibido hacer por protocolo se incluyen:
1. No a las selfies: Los miembros de la realeza se abstienen de participar en prácticas como tomarse selfies para mantener el decoro y la formalidad de su estatus.
2. Política de regalos: Existe una política específica sobre los regalos que pueden aceptar, para evitar influencias indebidas sobre su conducta o decisiones.
3. Manicuras neutras: Se espera que la princesa Kate utilice colores de uñas neutros y discretos, reflejando elegancia y sobriedad.
4. No a los autógrafos: Se prohíbe a los miembros de la realeza, incluida Kate, firmar autógrafos debido a preocupaciones de seguridad.
5. Vestimenta recatada: La indumentaria de la princesa de Gales sigue pautas de modestia y elegancia, evitando prendas reveladoras.
6. Restricciones en muestras de afecto públicas: La familia real limita sus demostraciones públicas de afecto durante eventos oficiales para preservar una imagen de seriedad.
7. Control de la alimentación: La dieta de la princesa Kate está sujeta a restricciones para evitar riesgos durante sus representaciones oficiales.
8. Neutralidad política y votación: A pesar de tener derecho legalmente, se espera que los miembros de la familia real se abstengan de participar en política para mantener la neutralidad.
Estas reglas no solo reflejan la tradición y el protocolo arraigados en la monarquía británica, sino que también delinean el delicado equilibrio entre la vida pública y privada de la princesa Kate, quien continúa siendo un símbolo de gracia y distinción en el escenario mundial.
