
En México, los "anexos" son comúnmente asociados con la rehabilitación para personas con problemas de adicción, especialmente para quienes luchan contra el consumo de drogas y alcohol. Sin embargo, más allá de su propósito de ofrecer un espacio para la recuperación, estos lugares han sido objeto de controversia debido a las prácticas cuestionables que a menudo se desarrollan dentro de ellos.
Pese a que se jactan de ser centros de rehabilitación para personas con problemas de adicción, a menudo no están regulados por las autoridades sanitarias y operan en la informalidad, lo que genera una falta de supervisión por parte de las autoridades competentes. En algunos casos, se tratan de casas o inmuebles adaptados para recibir a los pacientes, sin los estándares adecuados para un tratamiento de salud mental o adicción.
La función de un anexo es, teóricamente, ayudar a los adictos a superar su dependencia mediante la aplicación de terapias, grupos de apoyo y tratamientos específicos. Pero la falta de formación de muchos de los que administran estos centros y la ausencia de protocolos adecuados de atención han convertido a algunos anexos en lugares donde, en lugar de encontrar rehabilitación, los pacientes experimentan abusos y malos tratos.
Malos tratos y abusos en los anexos
El procedimiento para ingresar a un anexo suele ser relativamente sencillo: muchas veces basta con que un familiar o amigo solicite el ingreso del paciente. Sin embargo, el verdadero problema radica en cómo se lleva a cabo este ingreso y el tipo de "tratamiento" que los internos reciben.
En muchos casos, las personas que son internadas en estos lugares no lo hacen de manera voluntaria, ya que los familiares, desesperados por ver a su ser querido libre de la adicción, deciden llevarlos contra su voluntad.
Este procedimiento tiene un alto riesgo de ser abusivo. En varios casos, los pacientes han denunciado ser víctimas de golpizas, maltrato sicológico e incluso torturas físicas, lo que ha llevado a que muchos anexos se vean involucrados en denuncias por violaciones a los derechos humanos.
Según reportes de diversos medios, algunos anexos funcionan más como "guaridas" para personas con antecedentes delictivos que buscan refugio, que como centros de rehabilitación efectivos.
¿Realmente sirven para rehabilitar a los pacientes?
La realidad es que en muchos casos no se aplica una terapia estructurada ni se siguen protocolos de salud adecuados. En lugar de contar con un enfoque integral de rehabilitación —como los que se pueden encontrar en centros de salud acreditados y regulados—, muchos anexos recurren a métodos cuestionables y a veces violentos para tratar a los pacientes. Estos métodos incluyen castigos físicos, aislamiento y la imposición de un régimen estricto que no está respaldado por ninguna teoría sicológica o médica.
Los tratamientos en algunos anexos son más informales y no incluyen la atención de profesionales en salud mental o adicción. De hecho, en algunos casos, los pacientes son sometidos a trabajos forzados y viven en condiciones de hacinamiento sin ningún tipo de supervisión médica.
En muchos anexos, se espera que los internos se sometan a un régimen de disciplina extrema, donde se les obliga a seguir reglas estrictas que, si no se cumplen, pueden resultar en castigos severos. Esta falta de enfoque científico y médico en la rehabilitación es una de las razones por las que los resultados son poco efectivos y, en muchos casos, negativos.
¿Son los anexos un refugio de viciosos?
Por otro lado, se ha argumentado que algunos anexos, lejos de ser lugares de rehabilitación, se han convertido en refugios para personas con antecedentes criminales o para aquellos que no buscan una rehabilitación real. El entorno de algunos anexos puede atraer a personas que solo buscan un lugar en el que puedan esconderse de la policía o de otros problemas sociales. Esto genera un círculo vicioso donde la violencia y las malas prácticas se refuerzan.
¿Por qué son de interés para los grupos delictivos?
Los anexos se han convertido en un punto de interés para los grupos delictivos debido a varias razones vinculadas tanto a la vulnerabilidad de las personas que acuden a estos lugares como a las condiciones informales en las que muchos de ellos operan. A continuación, se detallan las razones por las cuales los anexos atraen la atención de estos grupos:
La falta de control hace que sean vulnerables a ser infiltrados por miembros de grupos delictivos, quienes pueden utilizarlos como lugares para esconderse o llevar a cabo actividades ilícitas sin ser detectados. La ausencia de protocolos claros y la falta de recursos para hacer cumplir las normas también permiten que se lleven a cabo actividades fuera de la ley, como la venta de drogas.
Los grupos delictivos a veces recurren a los anexos como refugios para sus miembros o colaboradores que están siendo perseguidos por las autoridades o que necesitan esconderse. Dado que los anexos no siempre son vigilados adecuadamente, es común que individuos relacionados con actividades ilícitas ingresen a estos centros para eludir la justicia. Además, algunos anexos se convierten en puntos de distribución de drogas, donde los internos son presionados a consumir, traficar o vender sustancias en su interior o fuera de él.
Algunos anexos carecen de un control adecuado sobre los internos, lo que puede hacer que estos lugares sean susceptibles de ser utilizados para actividades relacionadas con la trata de personas. En situaciones extremas, los grupos delictivos pueden utilizar estos centros para "reclutar" personas vulnerables y explotarlas, ya sea sexualmente o para otras actividades ilícitas.
La solución a esta problemática radica en un sistema de rehabilitación más formal, con profesionales capacitados y regulado por el Estado, que ofrezca un espacio seguro y efectivo para la recuperación de quienes luchan contra las adicciones.