Este miércoles 7 de mayo, el Club Puebla celebra su 81 aniversario, pero lo hace en medio de una situación complicada tanto en lo deportivo como en lo institucional. Lejos de los festejos tradicionales o del entusiasmo que solía acompañar esta fecha, el club atraviesa uno de sus momentos más desangelados, con una afición cada vez más alejada y un futuro inmediato lleno de incertidumbre.
En lo deportivo, los números del Clausura 2025 son un reflejo claro del difícil panorama: apenas se sumaron 9 puntos de 51 posibles, quedando entre los últimos lugares de la tabla y sin aspiraciones competitivas reales durante la mayor parte del torneo. Esta pobre actuación ha obligado a la directiva a tomar decisiones que apuntan más a la estabilidad que a la reestructuración profunda.
Una de esas decisiones es la continuidad del entrenador Pablo Guede, quien seguirá al frente del equipo para el Apertura 2025, ahora acompañado por Rafael García como nuevo director deportivo. La dupla tendrá como principal reto reconstruir un plantel limitado, ya que no se contará con un presupuesto elevado para refuerzos, lo que complica cualquier aspiración inmediata de regresar a los primeros planos del futbol mexicano.
El distanciamiento entre la institución y su afición es otro elemento que marca este aniversario. La conexión entre el equipo y su gente se ha erosionado, en parte por los malos resultados, pero también por una percepción general de falta de proyecto, comunicación y compromiso con los valores históricos del club. Las gradas semivacías del Estadio Cuauhtémoc durante la última campaña son un reflejo doloroso de ese desencanto.
A pesar de todo, el Club Puebla sigue siendo una institución con historia, con 81 años de existencia marcados por momentos de gloria, resistencia y pasión. Hoy, el reto no es menor: recuperar credibilidad, identidad y competitividad en un entorno cada vez más exigente. El trabajo conjunto entre Guede y García será clave, pero también lo será la capacidad de la directiva para reconectar con su base más fiel.
Este aniversario, aunque opacado por la crisis, puede ser también una oportunidad para volver a las raíces, reconstruir desde la humildad y devolverle al Puebla el protagonismo que su historia merece.
