
Más de 60 millones de estadounidenses padecen acidez estomacal al menos una vez al mes, según datos de MedlinePlus y publicaciones de Harvard Health. Esta afección, ampliamente conocida por su sensación de ardor en el pecho, suele relacionarse con el reflujo gastroesofágico (GERD). Aunque la mayoría de los casos no revisten gravedad, el contexto numérico llama la atención, dado que cada año en Estados Unidos se producen más de 800,000 ataques cardíacos.
Juan Carlos Rozo, cardiólogo del Hospital Houston Methodist, advierte: "Si alguna vez hay duda, es mejor buscar atención médica de emergencia de inmediato". Las señales entre acidez e infarto a menudo se superponen, lo cual puede generar confusión en quienes experimentan dolor torácico. La acidez suele presentarse con ardor detrás del esternón, regurgitación, hinchazón y eructos, mientras el ataque cardíaco incluye sudor frío, dificultad respiratoria, latidos irregulares, fatiga, náuseas y presión en brazos o mandíbula.
Investigaciones de Harvard Health subrayan que los episodios de reflujo ácido varían en intensidad y duración. Habitualmente aparecen tras comidas copiosas, bebidas alcohólicas, tabaquismo u obesidad. Por otro lado, el infarto no se asocia con hábitos alimenticios inmediatos y mantiene sus síntomas pese a la posición corporal o la ingesta de antiácidos.
De este modo, el peligro surge cuando individuos con acidez frecuente asumen que todo dolor torácico proviene del estómago. La cifra de 60 millones evidencia la magnitud del problema digestivo, pero también subraya un desafío: evitar que los síntomas graves se oculten detrás de un diagnóstico erróneo.
Rozo destaca: "Traten los síntomas urgentes como una emergencia médica, especialmente si el malestar en el pecho viene acompañado de falta de aire, sudor frío, náuseas o mareos". Dentro de los hospitales, incluidos centros especializados como Houston Methodist, se aplican protocolos inmediatos, desde electrocardiogramas y análisis sanguíneos hasta tomografías y angiografías coronarias. Estas herramientas permiten diferenciar rápidamente entre un cuadro digestivo y un episodio cardiovascular.
Los tratamientos para el reflujo incluyen modificaciones en la dieta, pérdida de peso, reducción del consumo de alcohol, abandono del tabaco y medicamentos como antiácidos o bloqueadores de ácido. Cuando estos métodos no logran controlar los síntomas, los médicos consideran otras intervenciones. En contraste, el infarto requiere atención inmediata, con procedimientos como angioplastia coronaria o cirugía de bypass.
Reconocer las cifras no es un simple ejercicio estadístico. Más bien representa un llamado a entender que, en una población donde millones conviven a diario con molestias digestivas, existe una responsabilidad individual de no ignorar síntomas persistentes o atípicos. Además, los especialistas insisten en que actuar a tiempo puede marcar la diferencia entre la recuperación y consecuencias graves. (NotiPress)