
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM), en el marco del Día Internacional de los Museos, rindió un sensible homenaje póstumo al trabajo y trayectoria de la artista Silvia H. Gonzalez.
El pasado sábado 17 de mayo, en las instalaciones del museo, ubicado en la ciudad de Puebla, se dieron cita amigos, especialistas y autoridades culturales, quienes compartieron palabras y testimonios sobre la trayectoria y legado de Silvia H. González.
Una enamorada del ferrocarril
Teresa Márquez Martínez, directora del MNFM, destacó la calidad humana de la artista “un ser extraordinario, una mujer de gran fortaleza, siempre dispuesta a colaborar, sensible a las necesidades de los demás, que reflejaba a través de su trabajo y el arte”. Destacó que Silvia se enamoró de las colecciones del museo, tomaba fotos, hacía apuntes, recorría andenes, coches, locomotoras y el almacén de colecciones.
Resultado de la inspiración y la investigación artística que Silvia hizo con el ferrocarril, es la exposición La Rielera (2002), integrada por 18 óleos sobre tela y 10 dibujos, mismos que, en el año 2005, la artista donó a este recinto cultural.
Por su parte, Daniela González Halphen, hija de la artista, recordó que su madre, nacida en Milán, Italia, se enamoró de la belleza de México, país que adoptó como suyo. Destacó que “La fuente de inspiración podría estar en todas partes, en una pared antigua, en una raíz torcida de un árbol, una piedra o en una cocha de forma extraña. En piezas metálicas, en moldes de fundición o en las máquinas de los ferrocarriles”
Las obras de Silvia están plasmadas de una poderosa técnica pictórica que refleja de forma extraordinaria y sugerente los colores, las texturas y los claroscuros.
El especialista en artes plásticas y arquitectura, Luis Ignacio Sáinz, se refirió a la artista como una hacedora de maravillas y prodigios, “sobrada de recursos técnicos y siempre renuente a resolver los lienzos con efectos”, destacó que el trabajo de Silvia es delicado y perseverante, que opera por acumulación de capas pictóricas, que permite apreciar la construcción del espacio compositivo a través de sus múltiples planos.
Ejemplo del trabajo de Silvia, destaca Sáinz, se puede ver en exposiciones como Nuevos giros (1995, Casa Lamm), Moldes (202, UAM-Galería Metropolitana), Piedras (2007, UAM-Galería Metropolitana).
El curador y crítico de arte, amigo entrañable de la artista, José Manuel Springer, resaltó la importancia de este homenaje, destacando que “muchas mujeres en este país han sido olvidadas, negligidas por una historiografía que no puso suficiente énfasis al trabajo de las mujeres, no solamente en el arte, sino en general en la cultura”.
Para Silvia, la elección de la pintura fue una opción de vida, no una profesión, el arte fue una labor que consumió todo su tiempo disponible, hasta el último de sus días.
Por último, se hizo la lectura del texto de la artista Perla Krauze, quien recuerda a Silvia H. González como una gran maestra sensible, de quien aprendió a través de su mirada a ver el arte, la pintura, el dibujo y lo importantes que son.