
Históricamente, los tatuajes han tenido diferentes significados según la cultura y la época. En muchas sociedades occidentales, hasta hace unas décadas, los tatuajes estaban asociados con subculturas marginales, lo que llevó a estigmatizar a las personas tatuadas.
Esta percepción negativa era especialmente fuerte en contextos conservadores, donde los tatuajes se veían como una transgresión a las normas sociales. Por ello, a propósito de que este 17 de julio se celebra el Día Internacional del Tatuaje, abordaremos el tema sobre cómo ha evolucionado la percepción de los tatuajes en la sociedad.
En las últimas décadas, la percepción de los tatuajes ha cambiado significativamente, impulsada por varios factores. Los tatuajes han ganado aceptación gracias a su presencia en los medios, la moda y la cultura pop. Celebridades, atletas y artistas los han visibilizado como formas de expresión artística o personal, desmitificando la idea de que son exclusivos de grupos marginales.
Asimismo, la profesionalización de la industria del tatuaje, con artistas altamente capacitados y estudios que priorizan la higiene y la creatividad, ha elevado el estatus del tatuaje a una forma de arte reconocida.
También las generaciones más jóvenes han contribuido a ello, los millennials y la generación Z, ven los tatuajes como una extensión de su identidad, una forma de contar historias personales o de honrar momentos significativos; hoy en día, los tatuajes representan desde tributos familiares hasta creencias espirituales, logros personales o simplemente estética, y esta versatilidad ha ayudado a despojarlos de estereotipos negativos.
Sin embargo, aunque la aceptación de los tatuajes ha crecido, el estigma no ha desaparecido por completo: en algunos sectores conservadores, como el financiero, el legal o ciertos trabajos gubernamentales, los tatuajes visibles aún pueden ser mal vistos o requerir que se cubran. Pero en cambio, en industrias creativas, tecnológicas o artísticas, los tatuajes suelen ser bien recibidos o incluso valorados como expresión de individualidad.
En algunos países o comunidades más tradicionales, los tatuajes todavía se asocian con rebeldía o delincuencia, mientras que en países como Estados Unidos o en Europa Occidental, la aceptación es mucho mayor.
En muchas culturas occidentales, los tatuajes estuvieron históricamente ligados a grupos considerados "al margen" de la sociedad, como marineros, presos, pandilleros o subculturas contraculturales, tachándolas de delincuentes o rebeldes.
En el siglo XX, los tatuajes en prisiones se usaban para marcar jerarquías o afiliaciones, lo que reforzó la conexión con la delincuencia. Esta asociación creó un estereotipo de que las personas tatuadas eran "peligrosas", alejadas de las normas sociales aceptadas.
¿El estigma recae más en las mujeres?
Las mujeres tatuadas enfrentaban un estigma más severo que los hombres debido a las expectativas sociales de feminidad, que enfatizaban la "pureza", la delicadeza y la conformidad. Un tatuaje en una mujer podía interpretarse como un acto de rebeldía extrema o incluso de promiscuidad, mientras que en hombres se veía como una expresión de masculinidad ruda o aventurera.
Hoy, las mujeres se tatúan más, con diseños que van desde minimalistas, hasta piezas grandes y detalladas. Esto ha ayudado a normalizar los tatuajes femeninos, especialmente en entornos urbanos y entre generaciones jóvenes.
Sin embargo, las mujeres con tatuajes visibles, especialmente en áreas como el pecho, los muslos o la espalda baja, aún enfrentan prejuicios que sexualizan o cuestionan su moralidad. Las mujeres en profesiones tradicionalmente femeninas enfrentan más presión para cubrir sus tatuajes que los hombres, ya que se espera que proyecten una imagen "profesional" o "cuidadosa".
Incluso, en algunos contextos, las mujeres tatuadas son juzgadas por "dañar" su apariencia o por no cumplir con estándares de belleza tradicionales, algo que afecta menos a los hombres.