José Chedraui, de la tragicomedia al desgobierno

José Chedraui, de la tragicomedia al desgobierno

Foto: Enfoque

Si hay un arte que el alcalde Chedraui domina a la perfección es el de hacer —y quedar— en ridículo.

 

La “capital imparable” está atrapada en una tragicomedia protagonizada por este personaje, quien lejos de liderar una ciudad pujante, parece dirigir un circo de torpezas, donde cada acto de desgobierno refuerza su talento para el ridículo.

 

Y es que mientras la ciudad sigue estancada en la ineficiencia, el alcalde es incapaz de mover un dedo para cambiar la situación. Su gestión es una seguidilla de ridículos y como muestra, no uno, sino varios botones que demuestran su incapacidad.

 

Hace unos días, el Gobierno Estatal tuvo que entrarle al quite -otra vez- al anunciar que, a través de la Secretaría de Infraestructura, intensificó el barrido mecánico en siete vialidades importantes de la capital poblana.

 

Esta acción dejó en ridículo al alcalde, quien no puede ni ordenar que se barran las calles, una tarea que debería ser básica, elemental, en cualquier administración municipal; pero no, la ciudad tiene que ser rescatada y barrida por el Gobierno Estatal. 

 

Pero el ridículo no termina ahí, pues el trío de obnubilados—Chedraui, Rodríguez y Pallares—, en un intento desesperado por limpiar su imagen (¡no se ría!) y creyendo que así no harán tanto el ridículo, han rebautizado sus ruedas de prensa como “Mesa de paz y protección”. 

 

Un cambio de nombre que, lejos de salvarlos del ridículo, sólo subraya su desconexión con la realidad; el trío -o el par, si es que el alcalde no quiso trabajar- se regodean en estadísticas infladas y promesas vacías en seguridad, mientras los poblanos enfrentan la inseguridad con asaltos, robos y violencia a diario.

 

La “pomposa” mesa de paz no es más que un escenario para la farsa, donde los “funcionarios” intentan convencer con números maquillados que la inseguridad retrocede, cuando el sufrimiento ciudadano grita lo contrario. 

 

Y la cereza del pastel de lo ridículo: hace unos días, Chedraui protagonizó un acto que roza lo caricaturesco: la inauguración de un mural pintado en una barda callejera
 

Sí, leyó bien, mientras la ciudad clama por infraestructura, servicios y seguridad, el alcalde inauguró una “magna obra”. Ahora sí, por primera vez en su malhadada historia como munícipe, Chedraui estuvo solo, sin nadie que le robara el reflector, sin ningún otro funcionario de alto nivel que le hiciera sombra. Muy ufano, el alcalde cortó el listón de su gran hazaña. ¡No se ría, por favor! Bueno sí, ría con ganas, el magno evento lo amerita.

 

Chedraui no sólo va de ridículo en ridículo, sino que parece haberse instalado cómodamente en ese estatus. Puebla merece más que un gobernante que confunde la gestión con un espectáculo de variedades. Pero ¿qué le vamos a hacer? No se puede pedir peras al olmo.

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