Al menos 150,000 peregrinos poblanos irán a la Basílica de Guadalupe

Al menos 150,000 peregrinos poblanos irán a la Basílica de Guadalupe

Foto: Enfoque

En estos días, miles de poblanos inician su travesía anual hacia la Basílica de Guadalupe, la temporada de peregrinaciones, que arranca formalmente desde inicios de este mes y culmina el 12 de diciembre y transforma las carreteras y calles en un río humano de devoción. En 2025, se espera que al menos 150,000 poblanos se sumen a esta movilización, de los 13.5 millones de visitantes totales a la Basílica.

 

Desde Puebla, una de las diócesis con mayor tradición en este ritual, se movilizan grupos organizados por parroquias, familias y gremios, recordando que esta marcha no es sólo un viaje físico, sino un testimonio de gratitud por milagros recibidos, como la salud o la protección familiar.

 

Las peregrinaciones guadalupanas se organizan de manera particular y el flujo hacia la Basílica se intensifica en diciembre para coincidir con la fecha central de la celebración.

 

Estos grupos, que pueden ir desde decenas hasta cientos de personas, parten de parroquias o santuarios y se unen a la novena intercontinental guadalupana, un ciclo de nueve años de preparación espiritual que enfatiza el rezo del Rosario Guadalupano y actos de contrición durante el trayecto. 

 

El ritual comienza con bendiciones en origen, seguido de procesiones nocturnas o diurnas con entonación de mañanitas, cargan andas imágenes de la Morena del Tepeyac y se comparten testimonios de fe. Al llegar a la Villa, los peregrinos participan en misas masivas, dejan ofrendas de flores y velas

 

El tiempo de las peregrinaciones varía según el medio de transporte y la distancia, pero desde Puebla los recorridos a pie suelen durar entre 2 y 4 días, con paradas nocturnas en comunidades intermedias para descansar. Grupos más grandes optan por concentraciones de uno o dos días, saliendo el 10 u 11 de diciembre para llegar a tiempo al clímax del 12. La temporada general abarca del 6 al 15 de diciembre, con el pico de afluencia entre el 11 y 12, cuando las misas y procesiones se extienden hasta la madrugada

 

La intención de los peregrinos radica en el sacrificio físico, alrededor del 70 %, según estimaciones diocesanas, viaja a pie, otros optan por bicicletas.

 

En muchas ocasiones, debido a las distancias largas, algunas peregrinaciones utilizan autobuses o incluso camiones de carga adaptados para transportar familias enteras, mientras acompañan a los caminantes.

 

¿Cuál es la ruta que toman?

 

Miles de fieles originarios de distintos municipios de Puebla avanzan por Paso de Cortés rumbo a la Basílica de Guadalupe; es una ruta ecoturística situada entre los volcanes Popocatépetl Iztaccíhuatl, conocida por ser el trayecto histórico que utilizó el conquistador Hernán Cortés para llegar a Tenochtitlán. Desde la ciudad de Puebla, el trayecto al Paso de Cortés es de 57 kilómetros. A partir de este punto, casi 90 kilómetros separan a los peregrinos de su destino en el Cerro del Tepeyac.

 

La segunda ruta más utilizada por los peregrinos es la autopista México–Puebla, a la cual pueden incorporarse desde cualquiera de los municipios que colindan con esta importante vialidad; sin embargo, el mayor flujo de caminantes y ciclistas suele registrarse a partir de la capital poblana.

 

Desafortunadamente, a pesar de la protección espiritual que sienten los peregrinos, el camino real conlleva riesgos terrenales. El mayor es el tráfico en la México-Puebla, donde las caminatas nocturnas provocan accidentes y algunos fieles pierden la vida.

 

De igual manera, la delincuencia acecha en tramos solitarios, con robos a mochilas o asaltos a caminantes, por lo que las autoridades recomiendan viajar en convoyes y usar apps de localización. 

 

Además, el frío invernal y la deshidratación afectan a los más vulnerables, como niños y ancianos, mientras que la concentración en la basílica genera aglomeraciones riesgosas y problemas respiratorios.

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